Paloma Muiña llegó a nuestra biblioteca un día lluvioso de febrero para
darle la calidez y la alegría que le faltaba al día.
Unos alumnos de cuarto la presentaron al resto de la audiencia. Y apoyándose precisamente en algunos datos biográficos comenzó a contarnos que en su trabajo como editora tiene que seleccionar los escritos que posteriormente se convertirán en libros, aportar ideas a los escritores para mejorar determinadas partes que quizá sean un poco incomprensibles, proponer algún cambio en el final de la historia, o simplemente corregir. También tiene que tomar decisiones sobre la impresión relativas al tamaño del libro, el número de páginas, el tipo de papel y de letra, el color, el tipo de tapa y elegir el ilustrador. También tiene que escribir el resumen del libro que aparece en la cuarta de cubierta que es como llaman los editores a la contracubierta. Y una vez terminado este proceso decidir cuántos ejemplares se editarán y enviar a imprimir.
Después nos dijo que además de ser escritora y editora es algo mucho más
importante. El alumnado empezó a lanzar ideas hasta que nos confesó que era… ¡ser
madre de tres hijos de diez, siete y seis años! Pero no acabó aquí la cosa, y
es que en tono confidente nos descubrió y enumeró algunas de las cosas que la
caracterizan y que le llevan a sentirse rara. Y es que, es varias cosas a la
vez, y además, va cambiando. Y tras esto una pequeña reflexión compartida con
los alumnos ¿Qué es ser raro? ¿Es bueno o malo ser raro?, ¿Quién decide lo que
es raro o no lo es?
Algunos alumnos y alumnas participaron en un juego de desinhibición para
mostrar que cada uno tenemos nuestras rarezas o particularidades y que es
cuestión de aceptarlas porque, al fin y al cabo, ser raro es simplemente comportarse
de una forma diferente a la habitual. Y lo más importante de todo no es juzgar
o criticar lo que es diferente sino aceptarlo y conocerlo para comprenderlo.
A continuación puso en situación a un grupo de alumnos para una escenificación.
Con los ojos cerrados debían concienciarse de ser extraterrestres que se
alimentaban de amapolas, medir tres metros de altura, ser calvos, tener pelo en
la barriga, seis ojos alrededor de la
cabeza y alas para volar.
Tras un simulacro de vuelo aterrizaron justo en… ¡nuestra biblioteca! Y observaron a seres con pelo en la cabeza, muy pequeñitos, que tenían que girar la cabeza cuando querían ver algo por detrás y que no podían desplazarse volando. ¡Pero, qué raros eran!
Por tanto, ser raro no depende de la persona en sí, sino de quien mira y de cómo interpreta lo que percibe. Es algo que depende del punto de vista de cada uno. Y tiene un saludable antídoto : conocer a los demás. Quizá nos demos cuenta que los raros somos nosotros y que todos pasamos por distintos momentos. Por eso da igual ser raro o no.
Tras un simulacro de vuelo aterrizaron justo en… ¡nuestra biblioteca! Y observaron a seres con pelo en la cabeza, muy pequeñitos, que tenían que girar la cabeza cuando querían ver algo por detrás y que no podían desplazarse volando. ¡Pero, qué raros eran!
Por tanto, ser raro no depende de la persona en sí, sino de quien mira y de cómo interpreta lo que percibe. Es algo que depende del punto de vista de cada uno. Y tiene un saludable antídoto : conocer a los demás. Quizá nos demos cuenta que los raros somos nosotros y que todos pasamos por distintos momentos. Por eso da igual ser raro o no.
Seguidamente enlazó con los personajes raros del libro y tras conocer los
motivos que le llevaban a cada uno a actuar de esa determinada forma, los comprendimos
mejor. Incluso alguno de los que pensábamos antes que era raro hasta nos
enterneció.
En el turno de preguntas supimos que el primer libro que leyó Paloma, justo en
el momento en que aprendía el mágico encanto de la lectura y las palabras, fue
El gato con botas. Hasta entonces las letras eran unas desconocidas sin
significado para ella por lo que las viñetas del libro eran el trampolín que la
lanzaba a inventar la posible narración.
Paloma escribe desde que era pequeña en distintos momentos porque lo
necesitaba, pero como era vergonzosa no
lo mostraba a los demás, hasta que hace poco una amiga suya editora la convenció
para que lo enseñara, se publicó y a partir de entonces comparte sus escritos con
todos sus lectores.
Sabemos que con esta obra, Treinta y tres días antes de conocerte, obtuvo el Premio Ciudad de Málaga en 2.013 de la Editorial Anaya pero lo que no sabíamos es que días antes de presentarse a este concurso tenía
preparado otro título pero que al ser más extenso de lo que las bases del
concurso permitían, tuvo que escribir en dos semanas otro libro, que es
precisamente éste, el que ganó. Y la idea surgió buceando entre las propuestas
que va dejando en su ordenador para posibles narraciones. Y fue así como a partir del título, el duendecillo que a veces se aloja en su cabeza le fue
diciendo todo lo que tenía que escribir.
Paloma dice que de su trabajo de escritora le gusta todo pero especialmente
el contacto con sus lectores. Quizá por eso ha sido un encuentro dinámico, ameno
y nos ha mostrado de forma lúdica que no importa ser raro o no sino conocernos
y aceptarnos tal como somos. Nos ha
encantado su espontaneidad, vivacidad y esas dedicatorias tan personalizadas y
elaboradas que nos ha regalado en la firma de libros.
Muchas gracias, Paloma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario