La Biblioteca Nacional
de España con esta exposición rinde un homenaje a las primeras
mujeres escritoras que
abarca desde el siglo XV al XVII.
La
Biblioteca Nacional tiene una tradición muy machista desde su inicio,
ha asegurado su directora, Gloria
Pérez-Salmerón, quien
ha recordado que su fundador en 1711, Felipe V, no dejaba pasar a las mujeres y que éstas solo pudieron entrar, los
sábados y de visita, como si fueran "bichos raros", a partir de 1837.
Para
paliar esa restricción de la mujer a la cultura, muchas se vieron empujadas a
refugiarse en conventos, donde podían tener su "parcela privada" y
escribir, fundamentalmente textos religiosos, algunos de los cuales custodia la
Biblioteca Nacional, una institución que, a pesar de contar con un
grueso cuerpo de bibliotecarias, hasta 1990 no estuvo dirigida
por una mujer.
"El
despertar de la escritura femenina en lengua castellana", exhibe hasta el próximo mes de abril
en las salas de su Museo auténticos "tesoros" literarios -manuscritos
e impresos- escritos por pioneras de la literatura femenina como Santa
Teresa de Jesús, Luisa Sigea, Isabel de Villena, Sor Ana de San Bartolomé,
María de Zayas o Sor Juana Inés de la Cruz.
Escritoras víctimas de su tiempo
Algunas
de ellas pagaron su "osadía" con altos precios, como en el caso de Luisa Sigea, quien fue víctima de la impostura literaria al firmar Nicolás Chorier con su
nombre.
Al no ser bien visto
por la Inquisición el movimiento cultural iniciado por la monja abulense,
discípulas suyas como Sor Ana de San Bartolomé, autora de
alegres letrillas, o sor Ana de Jesús, tuvieron que partir a otros países como Bélgica, dónde están fechados
algunos de los documentos que se pueden ver en la muestra
Otras, como Sor
Juana Inés de la Cruz y María Zayas destacaron por su defensa
a ultranza del derecho de la mujer a la educación.
Entre las voces femeninas
de las que transcendieron “pocos ecos" destaca la de la científica Oliva Sabuco,
descubridora del jugo cerebral, que recogió en su libro "Nueva filosofía de la naturaleza del hombre”, no conocida ni alcanzada de los
grandes filósofos antiguos".
Su
propio padre quiso apoderarse de la autoría de su descubrimiento, aunque no lo
pudo hacer porque Felipe II había otorgado permiso a su hija para publicarlo,
si bien posteriormente la mala relación de Felipe II con los ingleses hizo que
estos se apropiasen del descubrimiento de Oliva Sabuco.
Fuente: rtve.es
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