A veces las fronteras trazan límites entre localidades, ciudades o países, curiosas y sorprendentes. Sin ir más lejos, en nuestra localidad hay alguna calle en la que los habitantes de enfrente son de la localidad vecina, Mijas, es decir, en una misma calle hay vecinos de ambas localidades separados por la calzada.
En estos tiempos en los que se habla tanto de fronteras y de separaciones entre ellas, nos llama la atención el siguiente dato: la frontera entre Canadá y Estados Unidos es una biblioteca.
Entre Quebec y Vermont, zonas boscosas, la frontera solo se revela por la ausencia de árboles, talados para marcar la divisoria internacional. En las calles de Stanstead y Derby Line, la frontera son unas puertas que la policía abre tras examinar a vehículos y peatones. Los controles en la aduana, aunque son más estrictos que antes del 11-S, son laxos.
Muchas familias viven en Canadá pero trabajan en EE UU. Tienen lo mejor de ambos mundos. Pero es como si los dos fueran el mismo pueblo: los cerca de 4.000 residentes cruzan con facilidad del uno al otro para trabajar, hacer la compra o echar gasolina En un par de minutos en coche, se cruza a EE UU. El paisaje es el mismo: casas bajas bañadas en nieve. Pero la Rue Dufferin pasa a llamarse Main Street, el límite de velocidad cambia de kilómetros a millas y apenas se oye francés. Si se ve desde el aire es una sola comunidad con una larga historia de generaciones viviendo juntas.
Aquí nos encontramos la biblioteca Haskell, un edificio público curiosamente situado a la vez en dos países: Estados Unidos y Canadá. La fachada norte del edificio da a Stanstead, en la provincia canadiense de Quebec. La sur a Derby Line, en el estadounidense Vermont. Una frontera invisible parte en dos la biblioteca Haskell.
Así que la bibliotecaria Nancy Rumery cuando trabaja en su despacho, está en Estados Unidos pero cuando cruza el pasillo para coger un libro, está en Canadá. Una línea negra marca, dentro del edificio, la divisoria entre ambas naciones. La línea no es un mero adorno, sino que sirve para delimitar las respectivas zonas del edificio.
La biblioteca fue construida deliberadamente sobre la frontera, a principios del siglo XX con la pretensión de ser un símbolo de unión cultural entre ambas comunidades.
Así que la bibliotecaria Nancy Rumery cuando trabaja en su despacho, está en Estados Unidos pero cuando cruza el pasillo para coger un libro, está en Canadá. Una línea negra marca, dentro del edificio, la divisoria entre ambas naciones. La línea no es un mero adorno, sino que sirve para delimitar las respectivas zonas del edificio.
La biblioteca fue construida deliberadamente sobre la frontera, a principios del siglo XX con la pretensión de ser un símbolo de unión cultural entre ambas comunidades.
Junto a la biblioteca, hay una separación simbólica: una hilera de macetas con plantas, ahora teñidas de blanco, y un monolito delimita cada país.
Vía: Infobibliotecas |
PRECIOSO DATO QUE LLEVA A PENSAR QUE NO TODO ESTÁ PERDIDO.
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