Conviene
empezar cuanto antes... ya que es aconsejable que el futuro lector
esté desde que nace rodeado de palabras.
Gustavo
Martín Garzo
Ilustración: Carlos Riaño |
Todos nos preguntamos por qué los niños y jóvenes no leen más. Aquí van algunas ideas fáciles para poner en práctica teniendo en cuenta la edad de los lectores.
3-5 años: lectores incipientes
Detenerse en la lectura
Las
palabras que el adulto canta y cuenta harás que poco a poco los
niños se vayan apropiando de ellas. Durante
la
lectura en voz alta detente en los diferentes elementos que
componen una obra. Desde la
imagen de cubierta a cada una de las páginas. Así, el lector
irá tomando conciencia del contenido de la historia. Incluso,
del enfoque, del tono, etc. El sencillo gesto de prestar
atención a las letras que componen el título y el nombre del
autor ayudará a desarrollar la conciencia del niño de
cómo el título se conecta a la historia, así como como a su autor,
a la persona que la inventó.
Inventarse historias con él
Con un libro
cualquiera o, mejor, sus favoritos, invita al niño a contar su
propia historia a partir de las imágenes. Esto le ayudará a
comprender la importancia de la imagen y a interiorizar la
estructura básica de una historia: introducción, nudo y desenlace.
Esta práctica, una vez asimilado el juego, es extensible a
cualquier situación, sin necesidad de libro. En el parque, por
ejemplo, elegir a una persona cualquiera e inventar una historia
en torno a ella.
Visitar
bibliotecas, librerías…
Ilustración: Hellen Keller
Es muy recomendable
visitar con los niños espacios vinculados al libro y la lectura ,
bibliotecas o librerías, desde edades tempranas. Cuantos más
libros tengan los niños a su disposición, mejor.
6-8 años: lectores florecientes
Crear un espacio para la lectura
Cuando
los niños empiezan a aprender formalmente la lectura, se
hace especialmente necesario pensar en un espacio adecuado y especial
para la lectura. Sigue siendo recomendable
que la lectura sea un acto compartido con el adulto. Para hacer
aclaraciones, valorar
el nivel de compresión, pero sobre todo para mantener
el componente afectivo.
Poner horarios para la práctica de la lectura
La lectura con
los niños se puede practicar en cualquier momento, en cualquier
lugar. Con canciones, audiolibros
y poesías en el coche; leyendo las instrucciones de un juguete
nuevo, o una receta de cocina en casa. Pero con el ritmo
del día a día también es fácil que no se encuentren ratos para la
lectura. Los niños necesitan rutinas para que la lectura
se convierta en un hábito igual que recoger su plato de la mesa o
lavarse los dientes después de comer. Diez minutos es
suficiente para empezar.
Ampliar el espectro de lecturas
Si los niños se
han familiarizado con la lectura en sus primeros años de vida,
llega el
momento de ampliarles el abanico de géneros y formatos.
Audiolibros,
apps…
son materiales de lectura que, además de acercar historias y
proporcionar conocimientos, los ayudarán a ir desarrollando
competencias digitales. En esta franja de edad ya se puede
empezar a pensar en crear un itinerario lector provechoso. Es
importante no
escatimar en lecturas. A partir de esta edad los
lectores empiezan a definir sus gustos, con lo que si les gusta
una lectura es bueno que se pongan a su alcance propuestas afines,
bien a través de servicios de bibliotecas o librerías. Hay
que brindar a los chicos todo tipo de oportunidades para acceder
a la lectura.
Ilustración: Andrea Rivola |
9-11 años: lectores en flor
Hablar con él de sus lecturas
A partir de los
nueve años, aunque los chicos van ganando autonomía. Se puede
hablar con ellos de lo que están leyendo. La conversación es
una poderosa herramienta. Además de mostrar
interés y respeto por su actividad lectora, ésta nos dará
pistas sobre sus gustos lectores y en base a estos podremos hacerle
una recomendación, un regalo, o otras sugerencias.
Apuntarlo a un club de lectores
Ilustración: Felicita Sala |
Recompensar sus logros lectores
Por ejemplo, invitarlo
a ver en el cine con un amigo a amiga la película basada en el libro
que se ha leído. O darle un vale para que se compre lo que quiera en
una librería, suscribirlo a alguna revista o servicio de
lectura online, valorar sus elecciones, etc.
Desde 12 años: lectores dando fruto
Compartir experiencias de lectura
Ilustración: Susana Rosique Díaz |
Poner a su alcance lecturas de su interés
En estas edades hay un
gran consumo de contenidos digitales por parte de los chavales. Y es
especialmente necesario entender la lectura como algo que
trasciende al papel impreso, y contemplar la diversidad de soportes
que forman parte del día a día del adolescente (música, películas,
revistas, cómics, webs, apps…). Aunque si tenemos un lector voraz
en casa es fácil que sienta mucho apego también por la lectura en
papel. En cualquiera de los casos, tenemos que poner a su alcance
lecturas de su interés. Siempre preguntando, fomentando el diálogo,
y con una fuerte capacidad de escucha. Nunca imponiendo, la
lectura en estas edades debe ser un ejercicio de máxima libertad.
Ilustración: Sarah Warburton |
Plantearse con él algún reto lector
Los retos son una
estrategia que funciona muy bien casi a cualquier edad,
especialmente si los complementamos con una recompensa
atractiva. Un viaje en familia al sitio donde se desarrolló la trama
de una de sus historias favoritas; un encuentro con su autor o
autora preferido, etc. pueden ser grandes reclamos. Aunque pueda no
parecerlo, siempre hay algo que puede motivar a los jóvenes en la
lectura. Si ,en edades tempranas,nos hemos interesado por su
faceta como lector, promoviendo actividades en torno a la
lectura, manteniendo el diálogo en torno a ella, en este
periodo, sabremos qué ofrecerle si acepta el reto. También puede
ser él quien lo proponga. Y nosotros sumarnos, por
supuesto. Dar ejemplo es fundamental con todas las edades.
Estracto
del artículo de Elisa Yuste: “Ideas
fáciles para conseguir que los niños y jóvenes lean más
este año”
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